SU ÚLTIMA
CARTA
Mayo del
65, Río Piedras,
Puerto
Rico.
Adorada
Letty:
Imagino lo
desesperada que estás por venir y espero en Dios puedas resolver
todo pronto para que puedas estar aquí en esta semana.
Te estoy
haciendo esta carta porque es posible que cuando llegues yo no esté
aquí, ya que hay una posibilidad de poder entrar a mi Patria y
quiero decirte y pedirte muchas cosas. Espero que así sea, ya que no
soporto más la situación en que me encuentro; mientras mis
compañeros y mi pueblo, luchan y mueren, yo estoy aquí, como un
idiota perfecto, después de luchar tanto y sufrir inmensamente en
este odiado exilio; yo, que estaba llamado a responsabilizarme y
dirigir el movimiento, tengo la desgracia de tener que contemplar
desde lejos cómo matan cobardemente a los míos y no puedo
ayudarlos, no puedo hacer nada; esto me tiene destrozado y creo que
mi desesperación me volverá loco; lo que siento sólo es comparado
a lo que sentí cuando murieron mi papá e Ivonne; bueno, tú sabes
como he aprendido a amar a mi Patria y ahora no puedo hacer nada por
salvarla.
Esto es
terrible para mí, sólo Dios sabe lo que siento cuando hablo por
teléfono con los muchachos y me doy cuenta de que no puedo estar a
su lado. Por eso Letty, aunque sé que es una muerte segura, me voy
como sea; he agotado todos los recursos imaginables para poder entrar
pero ha sido imposible.
Imagínate,
he pasado días enteros entre montes y cañaverales, y tratando de
entrar en bote ya que en avioneta nadie puede ni se prestan con razón
a entrarme; esta vez es seguro, pues hay un hombre muy responsable
que se ofrece a llevarme y estoy listo para partir.
Estoy
consciente del peligro pero, tú sabes que lo más sagrado para mí
es el deber y hoy debo cumplirlo nada menos que con mi patria y mi
pueblo. Me siento dichoso de que Dios me brinde la oportunidad de
cumplirlo como soldado.
Si me pasa
algo, sé que vas a sufrir mucho y tú y mis hijos pasarán trabajo.
No les dejo siquiera una casa pero, cuando te veas muy apurada
recuerda que esto es más que nada porque fui honrado y tengo mis
manos inmaculadas y esto debe servirte de orgullo e incentivo para
luchar; sé que eres valiente y no me defraudarás.
Además,
recuerda lo que tanto te he dicho. Todos tenemos nuestro destino
marcado y si el mío es morir por mi patria, es el destino más
maravilloso que hombre alguno pueda tener y la felicidad que yo
sentiría es algo inexplicable. Yo tengo el privilegio de haber
aprendido a amar a mi pueblo y a mi patria de esta forma que sólo yo
sé, de haber tratado de superarme a mí mismo y tratar de llegar a
ser “UN HOMBRE”. Tú sabes como he luchado contra las tentaciones
de la vida para hacer que en mi mente y en mi corazón aniden siempre
y en todos los momentos de mi vida, la vergüenza, la honradez, la
justicia, el amor y el patriotismo. Tú sabes todo esto, mi vida, por
eso, si caigo por defender y cumplir con stos sagrados principios,
por mis ideales que tanto he tratado de que sean verdaderamente
puros, tú y mis hijos deben sentirse orgullosos, porque yo, desde
donde esté, me sentiré muy feliz.
Al leer
esta carta sé que te pondrás muy triste, pues sé lo que me quieres
y lo sensible que eres, pero necesito desahogarme pues sufro mucho y
estoy muy desencantado. Por la prensa y la radio te habrás enterado
de que los norteamericanos nos tildan de comunistas, esto no es más
que un pretexto para aniquilarnos y con ello al pueblo que hoy lucha
por reconquistar sus derechos, pues ellos muy bien que saben cómo
somos y la razón y pureza de nuestros ideales, pero son malos,
despreciables y traidores, cobardes animales que no saben con todo su
poderío, de dignidad y honor, sólo les interesa el vil metal, lo
demás para ellos no vale nada. Pero el valor y patriotismo de
nuestro pueblo es algo que no se puede decir con palabras, y no
podrán; antes, tenderán una alfombra de cadáveres sobre Santo
Domingo y, aún cuando nos pisoteen, seremos más grandes y dignos
que ellos.
Dentro de
mi desesperación, siento un orgullo tremendo pues mis compañeros de
armas, aquel grupo que yo elegí por su seriedad y vergüenza, ha
dado muestras de un valor y patriotismo encomiable, ¿te acuerdas lo
que decía de Francis,* Lachapelle, ** y Quiroz?, *** no me
equivoqué. También siento gran satisfacción porque aunque no
luchamos precisamente por un hombre y un partido, he comprobado que
el Señor Presidente es un gran hombre y de mucho valor, ya que esto
no se demuestra sólo peleando; además, lo que más admiro en él es
su nobleza e inteligencia porque ha sabido salvar vidas y no sólo de
revolucionarios. Veo que los dominicanos no se equivocaron cuando lo
eligieron.
Si me pasa
algo, ocúpense tú y Celeste de cuidar mucho a mamá para que no
vuelva a enfermar; bueno Letty, ya verás que no me pasa nada, los
hombres tan idealistas como yo no mueren muy fácilmente, pero por
si acaso, tengo algo que pedirte y encomendarte. En nombre de ese
amor que nos tenemos, tienes que luchar con todos los medios a tu
alcance para hacer de mis hijos hombres dignos y de vergüenza, honrados y
valientes (sé que tú lo eres) porque si yo no puedo llegar a hacer
por mi pueblo todo lo que pienso, entonces ellos tendrán que
hacerlo, son mi aporte a la patria que venero, la única herencia que
les dejo, a ti y a Ella; los varones, sean o no militares, tienen que
luchar y morir si es necesario por verla libre y nuestro pueblo feliz
y lo que es más, que den su vida, si es que tienen que hacerlo,
llenos de felicidad; en resumen, incúlcales mis ideales, y entonces,
como dice aquél escrito que puse en un cuadro en casa: NO HABRE
VIVIDO EN VANO.
Ojalá
traigas el dinero de la venta del carro, pues el que traje lo gasté
en equipos para mi viaje y también se lo he dado a algunos amigos
que han venido. Cómprale ropa a los niños y me le pagas cien pesos
que le cogí prestados a mamá.
Me voy
Letty, pero en esta carta te dejo mi corazón y mi alma. Miles de
besos a los niños, cuídense mucho y que Dios los bendiga.
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