El
problema haitiano y dominicano.
El
problema representado por la presencia en la misma isla de dos
pueblos de origen diferente es el que gravita más peligrosamente
sobre el destino del pueblo dominicano.
En
este libro se analiza, quizás por primera vez, ese problema con
absoluta imparcialidad, y se señala valientemente la imperiosa
necesidad de que ambos pueblos busquen fórmulas de avenencia y
despejen de incomprensiones y de prejuicios estériles la senda
marcada a ambos inexorablemente por el destino que los condena a
vivir como dos hermanas siamesas en un mismo rincón insular bajo
signos históricos políticamente distintos pero necesariamente
adversos.
Quimeras
aparentes como la de la doble nacionalidad y la de una Carta Orgánica
paralela son metas ambiciosas llamadas a sustituir algún día la de
un gobierno único y la de la indivisibilidad política que durante
más de un siglo no han contribuido a asociar sino más bien a alejar
a los pueblos de ambas naciones.
“La
utopía de hoy -decía Víctor Hugo- puede ser la carne y el hueso de
mañana”.
Lo
que Santo Domingo (República Dominicana) desea es conservar su
cultura y sus costumbres como pueblo español e impedir la
desintegración de su alma y la pérdida de sus rasgos distintivos.
Lo único que se necesita para llevar adelante esa empresa de
preservación nacional es que ambos pueblos se mantengan dentro de
los límites territoriales fijados por el Tratado de 1936 y que Haití
respete. Cuatro son las medidas que se han puesto en vigencia, por
parte de de nuestro país.
a)
La fijación de los límites que separan a los dos pueblos.
b)
La prohibición de la inmigración haitiana.
c)
La vigencia estricta de las fronteras para impedir la penetración
clandestina y hacer efectiva la soberanía y;
d)
La dominicanización de las zonas fronterizas.
Joaquín Balaguer
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