Música
y baile en Santo Domingo en muchos aspectos sostiene o abre surcos
sobre tesis y criterios que se relacionan con algunos géneros de la
demótica nacional. Capítulo por capítulo rebosa lo autóctono, y
con ello una admirable sencillez del mensaje que estructura el
panorama
caprichoso y discutido, a veces, de la musicalidad de la República
Dominicana. Hemos llegado a hojear este libro con íntima fruición,
nacida en el convencimiento de que sus páginas encierran la gracia
de una efusiva sinceridad, jaloneando todas las facetas que conforman
la obra misma. Es tan variado y realista su plan y trae tras sí
tanta dominicanidad que ha de formar importantísima entre aquellos
estudios considerados como necesarios e indispensables para el
análisis de la música de América.
Rodríguez
Demorizi trae una armazón distinta y quizás porque aclara no ser
musicógrafo, o sea, escritor sobre música, es lo que más nos
intriga en sus exposiciones. Pero, ¿qué podrían decir aquellos que
lo son si hojeando estas páginas abundantes en episodios, datos
históricos, relatos e incidencias se tiene de presente una sensible
amalgama de bellísimas recuentos sobre un tema apasionante como lo
es la música y el baile de nuestro Santo Domingo…?
Por Enrique de Marchela Dufardc.
Santo Domingo,
Mayo de 1971.
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